
Conciertos entre semana: ¿debemos normalizarlos?
Primal Fear actúa en martes y miércoles en España. ¿Es viable normalizar los conciertos entre semana entre trabajo, logística y cultura? Opinión.
Martes, miércoles, viernes y sábado. Esos son los días escogidos para la pequeña gira de Primal Fear por España —fechas en Madrid, Murcia, Barcelona y Lugo— y lo llamativo no son tanto las ciudades como la concreción: conciertos en martes y miércoles. No es un caso aislado; en los próximos meses veremos más citas entre semana de bandas que deciden visitar el país.
Esto no sería noticia si no fuera porque aquí nos encanta la polémica, el fútbol y la política. Y como de fútbol y política no entendemos, vamos a meternos en la polémica: ¿debemos normalizar los conciertos entre semana?
Empecemos por lo de siempre: la comparativa española. Sí, España es diferente: trabajamos más horas, tenemos horarios distintos, costumbres propias… y, por qué no decirlo, mucho cuñado de bar con opinión sólida y palillo en la boca. Es cierto: la cultura laboral en España dificulta la conciliación con la oferta cultural. Trabajamos más que muchos de nuestros vecinos europeos y, sin embargo, nos quejamos también más cuando hay giras internacionales: protestamos porque no vienen y, cuando vienen, nos quejamos del precio, de la sala… y —en este caso— de la elección de fechas.
No voy a ponerme a defender a los promotores a toda costa, pero tampoco es justo culparlos sin más. Traer una banda implica coordinar agendas internacionales repletas de compromisos: otras ciudades, otros países, logística y rutas que condicionan fechas y horarios. Agradecer que una banda pase por España debería ser el mínimo; preferiríamos todos viernes o sábados, por supuesto —esos dos días son, para la mayoría, los de descanso— pero no siempre es posible. Tampoco todos los músicos viven exclusivamente de la música; muchos combinan gira con otros trabajos y obligaciones.
La realidad es que no podemos pretender que todo gire a nuestro antojo. Un festival no trae a tu grupo favorito solo porque pongas “Tráeme a Metallica” en Facebook; no, nadie te debe los carteles ni las giras. Un concierto no puede programarse siempre en la fecha que a ti te viene bien: hay conflictos de agenda, disponibilidad de salas y costes. En vez de armarnos de quejas, sería más sano valorar el privilegio de recibir determinados eventos aunque supongan un madrugón o una resaca al día siguiente.
Sí, la costumbre española de trabajar hasta las siete de la tarde complica la asistencia a espectáculos que empiezan tarde. Esto acaba impidiendo que uno tenga una vida “normal” donde quepan concierto, partida a la consola o sesión de cine sin pagar el precio: menos horas de sueño, menos energía al día siguiente. Lo entiendo, y si vives lejos de la ciudad donde actúa tu banda favorita y dependes del transporte, la frustración es aún mayor. Pero también conviene ser realistas sobre las posibilidades individuales y no culpar ni al artista ni al promotor por decisiones logísticas.
Además, hay un aspecto que no debemos olvidar: estos conciertos generan empleo —técnicos, personal de sala, camareros— e impulsan el comercio local. No todo son molestias; la economía local también se beneficia cuando llega una gira.
En conclusión: los conciertos entre semana fastidian, sí, pero nadie te obliga a ir. Si decides hacerlo, aceptas las consecuencias: café, ibuprofeno y menos horas de sueño. Si no puedes o no quieres, perfecto. Pero antes de quejarte por cómo se planifican las giras, recuerda que no siempre las cosas se organizan “a tu medida”. A veces toca ceder: disfrutar cuando se pueda y agradecer cuando la banda cruza la frontera para tocar en tu país.