🕯️ Desbandada celestial en DOGMA: tres monjas cuelgan el hábito y denuncian “manipulación y maltrato”
💬 Lilith, Lamia y Rusalka abandonan la congregación metálica dejando tras de sí un rezo por la libertad creativa (y un mánager en el confesionario).
Milagros y metal no siempre van de la mano.
DOGMA, la banda que convirtió el hábito en actitud y el corpse paint en sacrilegio estético, acaba de sufrir una fuga celestial: Lilith, Lamia y Rusalka, tres de sus “monjas” fundadoras, han decidido bajarse del púlpito eléctrico denunciando “manipulación, maltrato y mentiras a los fans”.
En su comunicado —tan incendiario como una misa negra— aseguran que el proyecto “ya no es Dogma” y que el actual mánager “ha convertido la banda en una marca y a las personas en piezas desechables”.
La trinidad excomulgada pide a los seguidores que “se quiten la máscara” y apoyen su visión original: la música, la creatividad y la verdad.
Desde el otro lado del altar, Dogma (versión oficial) ha respondido con un tono más institucional:
“El cambio es parte del crecimiento. Dogma siempre ha sido más grande que cualquier individuo.”
Una manera elegante de decir: seguimos, pero con otras sotanas.
Mientras tanto, Nixe (bajo) y Abrahel (batería) continúan en la formación, dispuestas a mantener viva la liturgia del metal gótico que llevó a Dogma a escenarios como Leyendas del Rock 2025 o, próximamente, Rock Imperium Festival 2026.
Lo único claro es que, entre tantas máscaras, la penitencia será tocar sin alma o rezar por un nuevo comienzo.
🦄 Opinión RadioWeek: El exorcismo de Dogma
Por RadioWeek / Unicornio en funciones
En el confesionario del rock, nadie se salva.
Y estas tres integrantes que han colgado el hábito no parecen haber demostrado más que una fe vacilante en su propio trabajo.
Con lágrimas santificadas y posturas de vírgenes dolientes, convierten su salida en otro milagro más de la diócesis del metal.
Seamos claros: Lilith, Lamia y Rusalka abandonan la banda con la cabeza alta —y el orgullo aún más alto—, pero también con una convicción dudosa: antes culpar a otros que arrodillarse uno mismo.
La realidad, aunque a muchos les incomode, es que Dogma es una empresa.
Su mánager —fácil de encontrar si uno investiga un poco— es conocido por transformar bandas en negocios. Y sí: una banda es un negocio.
Genera ingresos, crea empleo y cotiza en la Seguridad Social. Ni Dogma, por muy “siervas de Dios” que se proclamen, escapan a eso.
Tienen contratos, acuerdos y cláusulas; y como en cualquier empresa, si no hay entendimiento, se rescinde y se reemplaza.
No es el primero ni será el último caso. Pero claro, resulta más rentable levantar el dedo, hacer ruido y señalar culpables que asumir responsabilidades.
Es cierto que no conocemos todos los detalles —ni los contratos ni las cláusulas—, pero hay una verdad evidente:
si un trabajador no encaja, se sustituye.
En la música, esto no es herejía; es rutina.
El caso de Dogma no es nuevo.
Ahí están los Ghouls de Ghost, contratados bajo máscaras y reemplazables a voluntad de Tobias Forge, o el propio Dave Mustaine en Megadeth, famoso por renovar plantilla tras cada gira.
En este sentido, lo de Dogma no es un drama celestial, sino otro capítulo más en la Biblia del rock industrializado.
Lo fácil hoy es llorar en redes y buscar cinco minutos de atención.
Y bien, aquí los tienen.
Ahora que el milagro mediático está hecho… podemos volver a misa.
🕯️ ACTUALIZACIÓN: DOGMAGATE, SEGUNDA HOMILÍA
Cuando el hábito no hace al grupo… sino al producto.
Tras meditar largo y tendido —y calentarle la cabeza a nuestro compañero Juanma de Horns Up con este Dogmagate—, en RadioWeek creemos justo añadir y rectificar algunos puntos de nuestra publicación anterior sobre Dogma.
🙏 El negocio detrás del hábito
Lo primero que debemos entender es algo básico: Dogma no es (ni fue) una banda al uso, sino una empresa, un producto.
Esto, nos guste o no, es una práctica extendida desde hace décadas. Ahí están Tina Turner, Elvis Presley o Kiss, iconos que representaban un personaje, un espectáculo, pero no necesariamente las mentes creativas detrás de cada canción o composición.
El ejemplo más claro hoy en día es Ghost, con Tobias Forge contratando músicos anónimos para dar forma a su visión. Finaliza el contrato, se cambia de alineación y la maquinaria sigue rodando.
🧠 El desconocimiento y la sorpresa
Desde RadioWeek reconocemos nuestro desconocimiento inicial sobre el funcionamiento interno de proyectos como Dogma.
Para quienes llevamos menos años en el circuito, descubrir que muchos artistas son parte de un producto empresarial —más que de una banda orgánica— resulta sorprendente. Pero una vez entiendes el contexto, la sorpresa se disipa: no es el redescubrimiento del fuego.
😈 Demonios en el comunicado
El verdadero conflicto no radica en que Dogma sea un producto, sino en cómo se ha comunicado.
Las exintegrantes Lilith, Lamia y Rusalka decidieron exponer la situación con un tono que roza la demonización (nunca mejor dicho), dando a entender que todo era una mentira hacia los fans.
Hubiera sido más constructivo explicar que Dogma es, ante todo, un show, un proyecto escénico, y que ellas mismas participaron en ese formato mediante contrato.
El problema real aparece si, como apuntan, hubo incumplimientos en lo acordado. Si así fue, ese debería haber sido el foco del comunicado: “no se cumplieron los términos del contrato”.
Decir simplemente “no era lo que pensábamos” suena más a berrinche que a denuncia.
💶 Transparencia, no dramatismo
Si se busca realmente hacer conciencia, hay que hablar con claridad:
“Nos prometieron 200 € y cobramos 40 € por concierto.”
“Ensayábamos 12 horas diarias.”
“Comíamos bocadillos de gasolinera.”
Eso sería información útil y periodísticamente relevante. Lo demás se queda en ruido mediático.
📜 Cómo funciona el “dogmanagement”
Una fuente cercana a RadioWeek —alguien que podría haber sido integrante de la banda— nos explicó que Dogma contrata mediante redes sociales, solicita audiciones para el puesto, cubre viajes, dietas y paga los días de trabajo y ensayos antes de la gira.
Es decir: modelo empresarial, no de banda.
Nada nuevo bajo el sol; simplemente un negocio con estética de misa negra.
🦄 Nuestra penitencia
Nuestro trabajo como medio es investigar y contextualizar, no limitarnos a replicar notas de prensa o ecos de redes sociales.
Desde aquí damos el beneficio de la duda a las ex-Dogma, sin negar su experiencia ni su malestar, pero recordando que las redes amplifican tanto la verdad como la exageración.
Sabemos cómo funcionan ciertos mánagers: miran por el beneficio, no por la vocación. Algunos lo hacen con ética, otros no tanto.
Y aunque Dogma haya demostrado ser más empresa que banda, eso no la exime de responsabilidad ni de humanidad.
🕯️ Epílogo del Unicornio:
La misa continúa.
Los contratos siguen.
Y nosotros… simplemente decimos:
“Vuelvan a misa.”

