Rock Mentirius: un festival de mentiras que sangra a Cartagena
La entrevista de Juanan en Murcia demuestra exageraciones, contradicciones y un desprecio por los espectadores.
La reciente aparición de Juanan, organizador del Rock Imperium, en un programa de Murcia ha dejado claro algo que muchos sospechaban: desde el primer segundo, la entrevista estuvo cargada de falsedades. Se habló de “70 bandas”, cifra que el propio organizador reafirmó, mientras que los seguidores y quienes llevan las redes sociales del festival habían señalado que la cifra correcta era 29. A pesar de ello, Juanan no corrigió ni una sola de sus declaraciones.
Otro ejemplo de incoherencia: se habla de “quinta edición” del festival cuando la primera tuvo lugar en 2022. Los cálculos no cuadran: contando bien, esta sería la tercera o cuarta edición como mucho, pero se insiste en inflar el número para aparentar historia y experiencia.
El festival, además, sigue mostrando una gestión cuestionable. Con precios que rondan los 250€ por 29 bandas, queda claro que el espectador está pagando mucho menos por lo que recibe, especialmente si se compara con otros festivales como Resurrection Fest o Leyendas del Rock, que ofrecen entre 60 y 80 bandas por un precio igual o incluso inferior. Es una situación que roza el insulto hacia el consumidor.
La gestión del festival se pone aún más en evidencia cuando Juanan justifica que se ha dejado un solo escenario “por adaptación a Maiden”, banda de estadios a la altura de Rammstein, como si esto justificara la decisión. Sin embargo, otras bandas de gran producción como Kiss o Scorpions, con montajes igualmente imponentes, nunca tuvieron tal limitación. La explicación huele más a ahorro de costes que a necesidad logística real, dejando claro que las decisiones parecen orientadas a maximizar beneficios por encima de la experiencia del espectador.
La entrevista tampoco abordó el impacto del festival en la ciudad. En anteriores ediciones se entregaron pulseras de años anteriores por falta de presupuesto para generar nuevo producto, evidenciando que el evento sangra económicamente a Cartagena y que serán los ciudadanos quienes paguen las consecuencias de una gestión que parece más interesada en la apariencia que en un negocio sostenible.
En definitiva, la entrevista mostró exageraciones, mentiras y una hipocresía clara. Desde la comunicación con el público hasta las promesas incumplidas, todo indica que el festival prioriza la imagen por encima de la realidad. Por todo ello, no es exagerado decir que este evento debería llamarse Rock Mentirius, un nombre que refleja exactamente lo que ha demostrado: más fachada que verdad.
